jueves, 6 de octubre de 2016

MINGUITO, UN FENOMENO UNICO Y UN REGRESO EXITOSO


El personaje fue creado y guionado por Roberto Peregrino Salcedo y encontró un intérprete exacto, que nunca más volvió a ser otro personaje: Juan Carlos Altavista. Fue compañero de ruta de Roberto González Rivero en "La danza de la fortuna", y juntos grabaron una serie de delirantes libretos cinematográficos en un cassette de tapa azul que editó CBS. Años antes, Altavista había cantado "Mi vieja y Perón un solo corazón", en la primavera democrática que llegó con la despedida de la "Revolución Argentina" y el regreso del General, en 1973.
Minguito fue uno de los grandes de la legendaria Polémica en el bar, producida y conducida por Gerardo Sofovich. Pero Altavista se fue, y Sofovich también.
No hubo reemplazos para él, ni para Porcel, Javier Portales, Fidel Pintos, Vicente Larrusa y los otros gigantes que hicieron reír y pensar a los argentinos durante años en la pantalla chica.
Hubo otras "polémicas", con periodistas, actores y personajes variopintos de la vida argentina. Pero la receta parecía estar agotada...

El año 2016 trajo a los televidentes, en la pantalla de Telefé (ex Teleonce), un nuevo ciclo, conducido esta vez por el locutor Mariano Iúdica. Tristán, en el lugar del mozo del bar, demostró la vigencia y el oficio de quienes llevan tantos años en la profesión, y fue como un vínculo con el brillante pasado de la t.v. argentina, reemplazado hace tiempo por interminables paneles donde se grita, se discute y se mezcla lo privado con lo público, la Biblia, el calefón y la cooperativa.
La gran sorpresa estuvo en la reaparición del mítico Minguito Tinguitella, esta vez en la caracterización externa e interna del actor Miguel Angel Rodríguez, quien fue yerno de Altavista y su gran admirador. Este nuevo Minguito 2016 podría haber sufrido el rechazo del público antiguo y la indiferencia de los que nacieron posteriormente y nunca lo habían visto. Tratando de desentrañar el misterio de este porteño enamorado de su vieja y eterno conductor de la Santa Milonguita, enamoradizo, tanguero y un poco más atrevido que el anterior, podemos concluir que Rodríguez no hace una imitación, no hace una caricatura, porque eso no perduraría más que dos o tres domingos. Minguito es el mismo, es un regreso con gloria, es una voz, unas pantuflas, una presencia, una picardía de barrio y una reflexión no exenta de golpes bajos sobre algún tema de la actualidad. Un regreso inteligente a la sensibilidad que la pantalla argentina necesitaba.

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